Soñando voy, soñando vengo

René Descartes, (La Haye en Touraine31 de marzo de 1596-EstocolmoSuecia11 de febrero de 1650), fue un filósofomatemático y físico francés, considerado como el padre de la geometría analítica y de la filosofía moderna, así como uno de los epígonos con luz propia en el umbral de la revolución científica.

Esta entrada la voy a dedicar específicamente a hablar sobre la hipótesis del sueño, concepto que forma parte de la metafísica cartesiana y que, aunque no se exactamente por qué, tanto me interesa.

Pues bien, Descartes escribió "El Discurso del Método" donde plantea una serie de cuestiones metafísicas con el fin de, como el propio nombre de la obra indica, discutirlas. Estos asuntos son básicamente conceptos fundamentales de la metafísica aristotélica. Descartes, gran apasionado de la ciencia, decidió aplicar un método para poder realizar argumentaciones verdaderamente fundamentadas: la duda metódica. Con esta manera de proceder, que consiste en dudar de todo conocimiento, incluso de los tomados como verdaderos, es decir, los matemáticos, va a derribar las bases de la filosofía aristotélica: la res extensa o mundores cogitans o yo, y res infinita o Dios, para luego volver a ellas mediante razonamientos correctamente fundamentados.

Lo que verdaderamente nos concierna para comprender y analizar la hipótesis del sueño es la explicación a la crítica del conocimiento sensible que Descartes hace a través de la aplicación de la duda metódica.

Según el filósofo francés, no debemos fiarnos de los sentidos, pues estos nos engañan. Aquí conviene señalar que Descartes no afirma que los sentidos nos engañen siempre, sino que está hablando de posibilidades. Los sentidos nos engañan a menudo. Por ejemplo, cuando vemos un objeto que está lejos, percibimos a través de la vista un tamaño que no se corresponde con el tamaño real del mismo. Lo percibimos así por una cuestión de perspectiva. Así, atendiendo a una serie de criterios que había establecido antes de llegar a la duda metódica en El Discurso, concluye que no debemos tomar como conocimiento verdadero nada que nos suponga la más mínima duda. Toda duda que tengamos es razón suficiente para desechar ese conocimiento como falso.

Aquí es donde Descartes plantea la famosa hipótesis del sueño. Tampoco podemos fiarnos de nuestros sentidos porque son los responsables de que no distingamos, en ocasiones, cuando estamos soñando y cuando no. Esto es, hay veces que percibimos los sueños como si fuesen reales, y nos despertamos posteriormente totalmente aturdidos. Así pues, si dudamos en algún punto si estamos despiertos o soñando, ya esrazón suficiente para no tomar el conocimiento que tenemos a través de los sentidos como verdadero.

A mi, personalmente, esto siempre me ha interesado porque por una parte, y ahora ya entramos en terreno de opiniones, sí que es cierto que es difícil distinguir los sueños de la realidad. Muchas veces dormimos tan profundamente que nos levantamos y pensamos que estamos en otro lugar. Pero tampoco pienso que sea imposible, es más, hay veces que ni siquiera soñamos, o no recordamos lo que soñamos. No considero que sea un criterio adecuado para fundamentar su crítica hacia los sentidos, más que nada porque no veo la relación que hay entre los sueños y que los sentidos nos confundan o no. 

Mi forma de entender el sueño es un poco al modo de Freud y su inconsciente. Simplemente pienso que los sueños son como recuerdos almacenados y posteriormente distorsionados por la mente. Los sueños no son lo que parecen ser, eso es cierto para cualquiera de los dos autores, pero esto tampoco quiere decir que nos engañen, simplemente requieren interpretación. Descartes tomó una posición radical y le prestó más interés a la crítica del conocimiento sensorial que a los sueños como tal, y quizás esto fue algo precipitado. Si tan rigurosamente analizó otros aspectos a lo largo de su filosofía ¿por qué no investigó también acerca de los sueños? Esto desde mi punto de vista genera algo de incertidumbre, puesto que realmente, Descartes no tiene ninguna evidencia de que los sueños sean engañosos. Además, cabe destacar que está justificando la falsedad del conocimiento sensorial, de la realidad, mediante la comparación con una copia de la misma. Vale, de acuerdo, quizás no es como mirarse en un espejo, pero desde mi punto de vista, sí considero que los sueños tengan una interpretación determinada, es decir, es como si fuesen la realidad vivida codificada. Así, no hay más que descodificarla para compararla con la realidad que percibimos despiertos para saber si hay algún conocimiento fiable en esta cuestión o no.

Pero no, Descartes simplemente toma los sueños como algo engañoso, que genera duda, por el simple hecho de que en ocasiones no reconocemos el sueño de la vigilia. Lo que no se planteó es que quizás no lo reconocemos porque ambos casos son la realidad. Los sueños son vivencias, realidades pasadas, pero realidades, que naturalmente nos pueden confundir, aunque más que confundir es hacernos revivir, así que no nos confunden como tal.

Bueno y dicho esto, queda planteado el tema sobre el que llevaba filosofando desde la primera vez que estudié a Descartes, gran filósofo y contribuyente al desarrollo de la filosofía. Ahora queda abierto el debate:

Y vosotros, ¿qué pensáis?

Fuentes de información:
Wikipedia: Descartes
Wikipedia: Freud

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Anécdotas pitagóricas

El Liceo de Aristóteles

El club de los poetas que debería estar muerto